De aquí no me muevo!

12.6.06

El Tesoro

Bajó al sótano de aquel caserón oscuro, vacío y casi derruído. Caminaba despacio, cada paso temía que fuera el último que diera dentro de aquella cueva.
El sótano olía a humedad y lo iluminaba la claridad que entraba por una pequenia ventana rota que había en lo alto de la pared mohosa.
En aquella casi penumbra descubrió un mundo que le recordaba a los juegos de infancia, a la búsqueda de tesoros en casas abandonadas en las montanias, cuando con sus amigos paseaba en busca de nuevas aventuras.
Viejos baúles llenos de vestidos sucios y anticuados, muebles rotos amontonados que algún día fueran la valiosa decoración de alguna habitación orgullosa de lucir tan bonitas reliquias, crucifijos, joyeros y en una esquina, apilados y cubiertos de polvo, un montón de libros que despertaron su curiosidad.
Dante, Petrarca, Boccaccio, Goethe, Thomas Bernhard, Kafka, Ovidio, Machiavelli, Góngora, Quevedo, Garcilaso, Schiller, Kawata, Kundera, Jorge Luis Borges, Faulkner, Tzara, Kaminer, Joyce, Hesse, Azorín, Alberti, Unamuno, La Fayette, Nabokov, Süskind, Brecht, Hemingway, Saramago, Fitzgerald.... el mayor tesoro que jamás había imaginado, la mayor colección de literatura que habría podido desear, amontonados todos en una esquina de aquel sótano que desprendía un olor desagradable a humedad, hedor que se mezclaba con el delicioso aroma que destilaban las páginas del tesoro descubierto.
Se dio cuenta de que le sería imposible llevar consigo aquel hallazgo y decidió convertir aquel rincón en el su altar secreto, donde iría cada tarde a encontrarse con el alma olvidada de escritores de hoy y de siempre, tan distintos, pero tan grandes...
Su rincón sigue siendo para muchos un suenio inalcanzable, pero no imposible!