De aquí no me muevo!

26.4.06


Cualquiera podría decir que esos momentos estaban sacados de una película barata de jolivú, para mí fueron dos de las situaciones más raras y apasionantes de mi vida.
Al primero le conocí en la barra de un bar. Observador de la ONU, inglés - aunque nadie lo hubiera dicho por su sentido del humor -, muy pasados los 30, un tipo interesante y una conversación inmejorable. Pasé dos horas con él, dos horas que no puedo olvidar, dos horas en las que la sonrisa en mi cara era continua (diría que en la suya también) y sincera. Hablamos del mundo, de los idiomas, de culturas, de los seres humanos, de política internacional, de él, de mí.. compartimos dos horas irrepetibles y sin más, se fue sonriéndome hasta que le perdí de vista.
Al segundo le conocí esperando en un aeropuerto. Mi vuelo llevaba un retraso de más de dos horas y él había llegado al aeropuerto tres horas antes de que saliera el suyo. Nos habíamos sentado el uno junto al otro y empezamos a hablar. y de nuevo, dos horas de intensa conversación. Hablamos de su país (Canadá), del mío (el de Nunca*Jamás), de aeropuertos, de ciudades, de polémicos temas de hoy y de siempre, de él, de mí... otras dos horas irrepetibles y sin más, me fuí. Me perdí entre el grupo de turistas, de parejas de viejecitos, de ninios gritones, de jóvenes enamorados y antes de desaparecer por la puerta de embarque, le miré por última vez. Me sonrió y le sonreí y ya nunca volvimos a saber el uno del otro.
Hoy me he acordado de los dos, de los dos desconocidos que aparecieron en mi vida fugazmente y que me ofrecieron dos horas intensas de conversación penetrante.
Creo que fue un acierto dejarlo así, sin más contacto, sin una dirección ni un teléfono, porque así quedarán siempre en mi recuerdo como dos momentos perfectos e irrepetibles.