Al cacahuetis
Me levanté dos manianas seguidas sintiendo que echaba algo de menos. Me pasé dos días enteros con la sensación de que me faltaba algo, y todo porque he pasado dos noches soniando contigo. Y creerán los defensores del cutre culebrón que esto es puro tontorritismo, pero nada más lejos de nuestra realidad.
En mis suenios, tú y yo conversábamos durante horas en un cara a cara exento de lujuria y plagado de casta devoción. Desgastábamos sin apenas sudar todo aquello que nos encanta discutir: la debilidad de las mujeres frente a los hombres, el tontorritismo en general y en mi persona en particular, San Jose Mari del espíritu pecador, Guerra sí- Guerra no, Perú, Krygyzstán, Panamericana – el camino de tus locos-, Pol Pot, Hitler, Franco, la Europa que éramos, la América que quieres ser, el color de tus botas y el verde de la manta que cubre a esta osita...
Y me acordé del loft, de la cochinera, del ninio y de la Rocío, aquella que te hablaba a gritos cuando, tú en presencia y yo en ausencia, nos acercábamos al restaurante elegido por el pequenio gran genio. Y jugué otra vez a la metamorfosis de aquella que paseara al “kleinerfisch” por la ciudad, sin capota ni vergüenza, y volví a llorar con narcotizadas y a sentarme en el lugar de Ana, desde aquel rincón del codo del río en el que la vista le lleva la contraria a aquella voz que canta un “No quiero nada contigo”... y mientras, dibujaba jirafas junto a ti, en el patio de un colegio que guarda en el silencio de sus paredes las alegrías y tristezas de un ninio de dorados rizos e inteligente timidez.
Y te pido perdón por no estar ahí en estos momentos, aunque sabes que mi apoyo en esta distancia que nos une es incondicional.
Hasta tu vuelta...
En mis suenios, tú y yo conversábamos durante horas en un cara a cara exento de lujuria y plagado de casta devoción. Desgastábamos sin apenas sudar todo aquello que nos encanta discutir: la debilidad de las mujeres frente a los hombres, el tontorritismo en general y en mi persona en particular, San Jose Mari del espíritu pecador, Guerra sí- Guerra no, Perú, Krygyzstán, Panamericana – el camino de tus locos-, Pol Pot, Hitler, Franco, la Europa que éramos, la América que quieres ser, el color de tus botas y el verde de la manta que cubre a esta osita...
Y me acordé del loft, de la cochinera, del ninio y de la Rocío, aquella que te hablaba a gritos cuando, tú en presencia y yo en ausencia, nos acercábamos al restaurante elegido por el pequenio gran genio. Y jugué otra vez a la metamorfosis de aquella que paseara al “kleinerfisch” por la ciudad, sin capota ni vergüenza, y volví a llorar con narcotizadas y a sentarme en el lugar de Ana, desde aquel rincón del codo del río en el que la vista le lleva la contraria a aquella voz que canta un “No quiero nada contigo”... y mientras, dibujaba jirafas junto a ti, en el patio de un colegio que guarda en el silencio de sus paredes las alegrías y tristezas de un ninio de dorados rizos e inteligente timidez.
Y te pido perdón por no estar ahí en estos momentos, aunque sabes que mi apoyo en esta distancia que nos une es incondicional.
Hasta tu vuelta...
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