El frío suelo de un lavabo como aliado incondicional de tu mejilla, recipiente improvisado de unas lágrimas, antesala de un grito ahogado , enlosado pozo oscuro de brillantes y blancos azulejos, espejo y reflejo de una pena, el último desahogo, el lugar que, decorado del rojo de una sangre que se aburre de latir, se convertirá en tu último lecho.
Ps: recuerdas tu oportunidad?, en aquel entonces te dije que jamás sería una solución. Te mentí.
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