De aquí no me muevo!

20.12.06

Por la boca del pez...


De pie, en aquel muelle con olor a grasa, sangre y perros muertos, me sumerjo en un suenio provocado por el calor y el aire fétido que respiro:
Sentada en la boca por la que sí muere el pez, sintiendo la humedad de la lengua en la que he acomodado mis nalgas desnudas, aspirando el hedor a pescado muerto mezclado con el olor entre ácido y dulzón que segrega mi cuerpo al sentir el frío húmedo de una lengua viscosa sobre la que descansan mis piernas, y unos dientes punzantes en los que apoyo mi espalda. Desnuda, con el cabello empapado por la saliva viscosa del paladar que golpea mi cabeza, encogida, intentando estirar todo lo largo de mi cuerpo en la hornacina esculpida para mí en la boca por la que sí muere el pez.
Mis ojos se han acostumbrado a la oscuridad, mi nariz a la peste intensa que me rodea. Mis músculos agarrotados se convierten sólo en dolor cuando intento estirar mis extremidades. Gateo a lo largo de la lengua intentando encontrar la salida. Tengo frío y apenas puedo moverme en un hueco tan estrecho. Me faltan las fuerzas, me desmayo.Abro los ojos, oigo gritos.
La vida del puerto no se ha detenido: pescadores de manos sucias apurados, corriendo con cestas llenas de apestosos pescados y redes viejas. Senioras viejas y desdentadas que ríen con desagradables carcajadas y despiden a los marineros con gritos y una extrana alegría. Y, entre todo el barullo de gente que va y viene, llama mi atención una cesta vacía con un único pescado dentro, casi muerto, aprovechando las pocas fuerzas que le quedan para tomar el último aliento por esa boca por la que sí vive el pez...